Casi el 60% de los brasileños se queda en casa, y el aislamiento social ha crecido en las últimas semanas, como muestran los datos de In Loco, una empresa de tecnología de geolocalización cuyo software está integrado en más de 60 millones de teléfonos móviles.
Es posible que nunca en la historia del país tanta gente haya tenido que trabajar desde casa al mismo tiempo. Y como tanta gente tuvo que trabajar desde casa al mismo tiempo, no todas las empresas tuvieron tiempo de ajustar, con la misma rapidez, el sistema de protección en torno a la información corporativa, a la que empezaron a acceder los empleados desde casa. Al mismo tiempo, ha aumentado la curiosidad y el pánico en torno al tema del coronavirus.
Estos dos factores, un nuevo lugar de trabajo y el miedo a la pandemia, también han creado nuevas brechas para los ataques de hackers. Prueba de ello es que ISH Tecnologia, empresa que opera en ciberseguridad desde hace 24 años, ha registrado un aumento en el número de ataques en Brasil del 220% en los últimos tres meses en comparación con el último trimestre de 2019. El crecimiento en el número de invasiones se registró principalmente en empresas de São Paulo, Río de Janeiro, Espírito Santo, Minas Gerais y el Distrito Federal.
Entre las estafas más comunes están las relacionadas con términos como "COVID-19" y "coronavirus" en enlaces de noticias falsas y en aplicaciones falsas que prometen mostrar en tiempo real dónde y cuáles son los casos confirmados de la enfermedad.
Se trata de delincuentes que se aprovechan de estas vulnerabilidades, tanto tecnológicas como de comportamiento, para hacer víctimas. A esto se añade el hecho de que muchas empresas no invierten lo suficiente en ciberseguridad para garantizar que los empleados de las oficinas domésticas no sean puertas de entrada para los piratas informáticos.
Hoy en día, las empresas aplican normas a los dispositivos para detectar anomalías. Pero si, en la oficina doméstica, un hacker roba los datos de un empleado y consigue entrar en el sistema de la empresa, probablemente no será detectado. Al contrario, se le confundirá con un usuario legítimo. Por eso la política de seguridad debe centrarse no sólo en las herramientas tecnológicas, como un antivirus, sino en las personas.