Luchar contra los piratas informáticos es una de las últimas cosas en las que piensa la mayoría de la gente y de las empresas en estos momentos, cuando mantener el negocio en marcha y saludable es la máxima prioridad. Pero el trastorno que el coronavirus ha causado en nuestras rutinas indica que en los próximos seis meses podríamos enfrentarnos al mayor ciberataque de la historia.

¿Por qué podemos afirmar que algo tan aterrador es cierto? Porque el coronavirus ha abierto todas las defensas virtuales de todas las empresas brasileñas.

Pensemos en cómo trabajábamos antes de la pandemia.

La oficina en casa no era la rutina de la mayoría de los profesionales. Y los que estaban en este régimen por indicación de la empresa, recibían portátiles especiales con seguridad reforzada, lo que hacía más difícil piratearlos.

El problema es que el coronavirus ha desmantelado nuestras vidas de muchas maneras. Y entre los trastornos más graves está el que ha obligado a millones de personas a trabajar desde casa. Eso significa que empresas enteras con empleados en todas las áreas acceden a información y datos sensibles desde un escritorio improvisado en la mesa de su cocina.

Ninguna empresa ha tenido más de una semana para elaborar planes de trabajo a distancia.

No hace falta ser un genio de la seguridad informática para deducir que la mayoría de ellos no ha tenido tiempo de elaborar un esquema seguro de oficina en casa para blindar el acceso a los invasores. Ni siquiera creo que sea exagerado decir que la gran mayoría de estos empleados que trabajan desde su oficina en casa durante la noche ni siquiera tienen portátiles dedicados exclusivamente al trabajo. Lo más probable es que estén realizando tareas corporativas desde ordenadores personales, conectados a la Internet doméstica no segura, accediendo a archivos que contienen información confidencial y datos personales.

El escenario es más que favorable para los delincuentes. Es como si fuera el paraíso.

Todo lo que un hacker necesita es un punto de entrada para tomar el control de todo el sistema de una empresa. Al atravesar la puerta, todos los datos, secretos, información valiosa, están bajo su dominio.

Los ataques de hackers no están entre las prioridades de la mayoría de las empresas, pero hay que decirlo: deberían estarlo.

En los últimos meses, los piratas informáticos han atacado hospitales, departamentos de sanidad de varios países y multinacionales. Los ataques contra la Organización Mundial de la Salud se han más que duplicado.

En Brasil, el movimiento de hackers también es más intenso. Los ingenieros de ISH Tecnologia han visto cómo se disparaban todas las variaciones a las que estaban acostumbrados en el entorno de la ciberseguridad. Estamos a mitad del segundo trimestre y los ataques ya han aumentado un 235% en comparación con los tres primeros meses del año. La gran mayoría relacionados con el tema "COVID-19".

El récord resulta aún más alarmante si tenemos en cuenta que, antes del coronavirus, los periodos del año en que aumentaban los intentos de daños, como Navidad y los días de la declaración de la Renta, no solían superar el 8%.

Nadie quiere tener certezas sobre algo así, más aún en tiempos de lucha contra una pandemia mortal, pero todo indica que es sólo cuestión de tiempo que oigamos hablar de una gran brecha cibernética.

Los trabajadores desde casa son terreno abonado para los ciberdelincuentes. La superficie de ataque nunca ha sido tan amplia. La alarma ha saltado. No podemos esperar a que las intrusiones masivas salten a los titulares para intensificar nuestras medidas de protección de datos. Tenemos que hacer algo ya.

Por Allan Costa